(publicado originalmente en miagoraparticular.blogspot.com.es)
Cuando pienso en la postura negacionista hacia la tristemente célebre "solución final", no puedo evitar concluir que algunos individuos deben de considerar al escritor protagonista de esta entrada como el de más desbordante imaginación que ha dado la historia de las letras. De no ser ciertos los hechos que nos narra, inventarlos requeriría un equipo de dos docenas de clones de Jules Verne cargados hasta las cejas de LSD.
Cuando pienso en la postura negacionista hacia la tristemente célebre "solución final", no puedo evitar concluir que algunos individuos deben de considerar al escritor protagonista de esta entrada como el de más desbordante imaginación que ha dado la historia de las letras. De no ser ciertos los hechos que nos narra, inventarlos requeriría un equipo de dos docenas de clones de Jules Verne cargados hasta las cejas de LSD.
Nos estamos refiriendo a Primo Levi (1919-1987), el judío italiano superviviente de Auschwitz que nos ha legado el testimonio directo más completo, profundo y lúcido de unos acontecimientos que provocan vergüenza de pertenecer a la especie humana. Si bien es autor de una más extensa bibliografía, siempre será recordado fundamentalmente por la llamada "trilogía de Auschwitz", un conjunto de tres obras que recoge sus memorias de los diez meses de 1944 que vivió (¿vivió?) en uno de los más famosos campos de exterminio nazis. Diez meses según el tiempo objetivo que miden relojes y calendarios, toda una vida según el sentido interno y subjetivo del tiempo que portamos en nuestra conciencia. Pues no otra cosa que toda una vida pueden ser diez meses de la existencia de una persona que es tanto testigo como objeto de una atrocidad constante, de una persona que en cada instante de cada uno de sus días desconoce si al instante siguiente seguirá con vida.
La mencionada trilogía se encuentra compuesta por las obras Si esto es un hombre (1956), La tregua (1963) y Los hundidos y los salvados (1986). Las dos primeras adoptan un estilo plenamente narrativo (el cual suponemos que los negacionistas a los que al comienzo nos referíamos encuadrarán en la categoría de novela de ciencia-ficción distópica), y recogen el periodo de estancia en el campo, la primera, y el periplo de vuelta al hogar tras la liberación, la segunda. Años después y posiblemente con la sensación de que todavía nadie había dicho todo lo que se debía decir, publica la tercera, donde retoma los recuerdos de su paso por el infierno, pero en esta ocasión con un resultado más reflexivo a través de un estilo más ensayístico.
Más arriba hemos dicho que, aunque Levi publicó mucho más, siempre se le identificará como el autor de estas obras, y no creo que a él le importunara en absoluto este fenómeno. Siendo consciente de haber sido testigo y parte de unos hechos tan relevantes históricamente, así como de su capacidad para hacernos partícipes de ellos gracias a su talento literario, Levi se impuso como misión personal mantener y difundir el recuerdo de uno de esos momentos de la humanidad que jamás han de caer en el olvido. Porque olvidarlo supondría olvidar lo que somos y lo que podemos llegar a ser. Porque olvidar es negar nuestra historia y, en consecuencia, negarnos a nosotros mismos, que nos encontramos hechos tanto de nuestro pasado como de nuestro futuro posible.
Tan amena como estremecedora, se trata de una lectura extremadamente recomendable. Ahora mismo, en el mercado editorial español se pueden encontrar los tres libros por separado pero, teniendo en cuenta que de todas formas si lees uno vas a desear inevitablemente leer los restantes, proponemos la edición de la trilogía completa en un único volumen que la editorial El Aleph lanzó en 2009 (a un precio muy razonable, por cierto). Léelo para no ignorar lo sucedido; porque la ignorancia y el olvido son lujos que no nos podemos permitir.
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